Cuando el voluntariado cambia la vida
El voluntariado para ayudar a la gente puede ser muy terapéutico. A Wendie le ha cambiado la vida.
En 2016, tras ser golpeada por detrás en su vehículo por segunda vez en dos meses, cayó en lo que ella describe como un estado similar al coma. Aunque apenas lo recuerda, Wendie quedó con una personalidad completamente distinta, similar a la de un niño pequeño. Tenía frecuentes rabietas, tiraba cosas a su marido y pasaba días sin comer.
Durante más de cuatro años, su marido y sus tres hijos tuvieron que adaptarse a la vida con una esposa y madre que pasó de ser una cuidadora a alguien a quien tenían que cuidar.
“Esto ha destrozado a mi familia”, dice Wendie.
Los médicos pensaron inicialmente que había sufrido un colapso mental, pero las cosas cambiaron cuando un nuevo profesional sanitario determinó que Wendie sufría en realidad convulsiones del lóbulo frontal. Cuando empezó a tomar medicación anticonvulsiva, cesó su comportamiento errático y recuperó su antigua personalidad.
Ahora, dice Wendie, “puedo volver a estar en el mundo, puedo funcionar y puedo ser voluntaria”.
Un consejero sugirió que Wendy buscara trabajo voluntario para ayudarla con cosas que solían ser naturales, como arreglarse y llegar a tiempo a algún sitio. En enero empezó a trabajar en el Centro de Acción Voluntaria del Food Share, donde pasa dos mañanas a la semana reempaquetando alimentos y volviendo a aprender a estar en público y a realizar tareas básicas.
“Cuando consigues un trabajo, tienes que ser responsable de ti mismo, y eso antes me resultaba muy fácil y ahora no”, dice. “Tengo que trabajar en ello cada vez que vengo aquí”.
Estar rodeado de gente nueva también ha sido un reto. En sus primeros días como voluntaria de Food Share, hubo ocasiones en las que tuvo que marcharse por la ansiedad que le producía estar en público. Ahora, está aprendiendo a lidiar con la nueva dificultad de estar rodeada de gente y está aprendiendo que se encuentra en un entorno seguro.
Trabajar en el Centro de Acción Voluntaria también ha ayudado a Wendie a seguir instrucciones, realizar tareas repetitivas y llevarlas a término.
“Hacer la misma tarea durante tres horas puede cansarme, así que poder hacerlo es un gran logro para mí”, afirma. “Cada vez que vengo, me resulta más fácil”.
El objetivo de Wendie es seguir perfeccionando sus conocimientos antes de reincorporarse al mercado laboral el año que viene. Antes trabajaba en el servicio de comidas, pero su labor con Food Share le ha hecho plantearse un cambio de carrera: como coordinadora de voluntarios.
“Las personas que reciben los alimentos no podrían conseguirlos sin el personal y los voluntarios”, afirma. “Siempre hay esa persona entre bastidores que tiene que traer a los voluntarios, y me encantaría poder hacerlo”.
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