El programa de reparto de comestibles ayuda a los vecinos confinados en casa
Para Judie, una anciana de 80 años residente en Salem con movilidad limitada, acceder a las despensas no es fácil. Depende de sus hijos para el transporte, pero ellos trabajan durante el día y no están disponibles para llevar a Judie a las despensas cuando están abiertas.
Por eso le entusiasmó recibir por correo un folleto con información sobre el nuevo programa de reparto de alimentos a domicilio de Food Share.
“Me dije: ‘Dios mío, mira esto, te lo llevan a casa’. No me lo podía creer”. Judie dice. “Llamé y me apunté, y ha sido maravilloso”.
La red de despensas de Marion Polk Food Share desempeña un papel vital en la asistencia alimentaria a los miembros de la comunidad necesitados. Cada mes, más de 10.000 hogares acuden a las agencias asociadas de Food Share en busca de ayuda para llevar alimentos nutritivos a la mesa.
Sin embargo, para algunos de nuestros vecinos, como Judie, visitar una despensa no siempre es factible. Muchas personas que sufren inseguridad alimentaria carecen también de medios de transporte viables; otras tienen horarios de trabajo u otros compromisos que les impiden acceder a las despensas durante las horas en que están abiertas, o puede que no puedan estar en público debido a discapacidades o riesgo de enfermedad.
El programa Food Share comenzó el verano pasado para llegar a familias, ancianos y personas que no pueden acudir a las despensas.
“Decidimos intentar llevar alimentos a la gente para eliminar barreras”, dice Megan Rivera, Directora de Programas Comunitarios de Food Share. “No queremos que nadie se quede en casa con hambre”.
El equipo de voluntarios de Food Share ayudó a crear una base de conductores para poner a prueba el programa de reparto de comestibles a domicilio en Salem y Keizer.
Una de esas voluntarias es Erin, que se apuntó como conductora mientras sus hijos estaban en el colegio. Dedicar un par de horas a la semana a hacer entregas es una forma estupenda de conectar con las personas a las que atiende el programa, dice, y los destinatarios de las entregas siempre se alegran de verla y agradecen la ayuda.
“Creo que lo esperan con impaciencia”, dice Erin. “Siempre están alegres, siempre felices”.
Judie se hace eco de ese sentimiento. Ha sido un gran alivio recibir entregas de alimentos frescos y no tener que preocuparse de llegar también a una despensa, dice.
“Es una forma fantástica de tratar a las personas mayores y discapacitadas”, afirma Judie. “Es una experiencia maravillosa y es algo maravilloso para gente como yo”.