Una voluntaria de Meals on Wheels sigue sirviendo a los 98 años

By Published On: August 9th, 2022

Ralph, veterano de la Segunda Guerra Mundial de 96 años, lleva repartiendo comida a domicilio en Keizer desde 1992.

Ralph, conductor de Meals on Wheels, lleva mucho tiempo repartiendo comida a los ancianos de Keizer. Tanto, que cuando le preguntan cuándo empezó a trabajar como voluntario en el programa, se toma un momento para recordar el año: 1992.

“Me acuerdo por los coches que tenía”, dice, “y me compré un Dodge Spirit nuevo en el 91”.

Que recordara años basándose en el coche que conducía en ese momento tiene sentido. Pasó 42 años trabajando como mecánico de automóviles, empezando en el concesionario Studebaker de su tío antes de pasar a trabajar en otras marcas del pasado como Rambler y Packard. Ralph se jubiló en 1992, cuando él y su difunta esposa, Dorothy, empezaron a repartir juntos Meals on Wheels.

“Lo intentamos y lo sigo haciendo”, dice riendo entre dientes.

A sus 96 años, Ralph ha experimentado muchos cambios en el mundo, en su comunidad y en su vida. Nacido en 1925 y criado en la pequeña comunidad de Fairfield, en el condado de Marion, recuerda que de niño veía navegar barcos de vapor por el río Willamette. Fue reclutado por la 76ª División del Ejército durante la Segunda Guerra Mundial y condecorado con el Corazón Púrpura tras resultar herido combatiendo cerca de la frontera alemana en 1945. Se trasladó a Keizer en 1950 y recuerda con cariño la recogida de cerezas en los huertos de Cherry Avenue.

“No creo que quede un cerezo de tarta en ninguna parte, todo son apartamentos”, dice Ralph.

Ralph lleva repartiendo Meals on Wheels en Keizer desde 1992.

Otro cambio importante tuvo lugar en 2017, cuando falleció Dorothy. Casi al final de su vida, su hijo Curt venía a cuidarla los jueves mientras Ralph estaba fuera repartiendo Meals on Wheels. Tras la muerte de Dorothy, Curt decidió ocupar su lugar repartiendo comidas con su padrastro, que siguió conduciendo a pesar de la pérdida de su compañera.

“Se había convertido en un hábito”, dice Ralph. “Creo que me sentiría muy perdido si no lo hiciera”.

El hecho de que Curt les acompañe cada semana les da la oportunidad de ponerse al día. “Las llamamos sesiones de toros”, dice Ralph.

También facilita el reparto de las comidas, ya que Ralph se queda al volante mientras Curt se baja para llevar las comidas a las puertas de los clientes. Curt también ejerce de copiloto desde su posición en el asiento trasero (que ofrece más espacio para acomodar su alta estatura), ayudando a Ralph a navegar por la ruta. A pesar de llevar más de siete décadas viviendo en Keizer, Ralph dice que aún no se ha aprendido de memoria las carreteras de la ciudad.

“¡Pensarías que sí, pero no paran de cambiar las calles!”, dice riendo.

Otra cosa que ha cambiado en los últimos años es la necesidad de comida a domicilio. Antes de la pandemia, había unas 40 rutas de reparto a domicilio que atendían diariamente a unos 450 ancianos y adultos discapacitados confinados en sus casas. Ahora hay 60 rutas que prestan servicio a unas 725 personas cada día, y no es probable que esa demanda disminuya. Afortunadamente, voluntarios comprometidos como Ralph y Curt están ahí para ayudar a cubrir esa necesidad.

Ralph y Curt, su yerno, reparten comida a domicilio en Keizer.

Un jueves por la tarde, Curt y Ralph se refieren a los clientes de su ruta con una cálida sensación de familiaridad. Está la siesta diurna cuyo timbre no debería sonar, la chica del perro simpático y la mujer que solía recorrer el país en moto. Ralph no suele bajarse del asiento del conductor, pero sigue disfrutando saludando amistosamente a los clientes mientras Curt les entrega la comida en la puerta.

Esas conexiones son parte de lo que hace que Ralph vuelva semana tras semana.

“Crece en ti”, dice Ralph. “Me gusta ver a la gente, es algo que me hace sentir bien”.

Lleva tanto tiempo repartiendo los jueves que planifica su semana en torno a los turnos de los voluntarios. Todo el mundo, desde su familia hasta las agendas de las consultas de sus médicos, sabe que no debe reservar su tiempo los jueves, y no tiene previsto dejar de hacerlo pronto. A Ralph no se le pasa por la cabeza que es mayor que muchas de las personas a las que atiende.

“Con la mayoría de la gente, no te metes en eso”, dice. “Consiguen su comida y eso es lo principal. No creo que les importe la edad que tengas cuando la traes”.

Los voluntarios ayudan a mantener en marcha nuestros programas. Gracias.

Vea el reportaje de KATU News sobre Ralph a continuación o léalo aquí.